miércoles, 9 de abril de 2008


El socialismo embrutecedor
Ernesto García Mac Gregor


El socialismo embrutecedor (perdonando la redundancia) siempre ha anestesiado las voluntades ocultando las verdades dolorosas con sus mentiras populistas. Ha inculcado por ejemplo, que somos un país pobre porque las naciones imperialistas nos explotan, como si la desidia innata de gran parte de la población venezolana no tuviese nada que ver en el asunto. Lo que Andrés Bello llamó, ''la indolente ociosidad de los naturales''. Para una mayoría, las palabras previsión, ahorro, inversión o producción de excedentes no tiene acogida. Y el chavismo, en vez de combatir esas nefastas costumbres ancestrales, lo que hace es reforzar cada una de ellas con sus misiones, con su ''ser rico es malo'' con su ''no puede haber ganancias''. Cuando todos sabemos que la fuerza de Chávez no reside en invento socialista alguno, sino exclusivamente en su petrochequera con la que compra conciencias, voluntades políticas y apoyo internacional.
La desigualdad en la distribución de las riquezas por otra parte, no se debe a que los capitalistas se aprovechan del trabajador marginado, sino a que este último, no le interesa producir más allá de sus necesidades mínimas de subsistencia. En Venezuela, el trabajo informal o a destajo (elevado ahora a su enésima potencia por las misiones) es la regla, no tanto por falta de oportunidades laborales sino porque la gente quiere la papita pelada. Quiere ser su propio jefe, no quiere horario, ni obligaciones y este socialismo les cae al dedillo. El chavismo no enaltece el valor del trabajo, sino la construcción de una sociedad de parásitos ideológicos y clientelares, sin más futuro que la de la quincena y la afiliación a un partido único.
En los países del Primer Mundo, la mayoría de la población está representada por una clase media que tiene un grado aceptable de instrucción. En nuestro caso, más de la mitad de la población pertenece a los estratos de la pobreza, cuya prioridad fundamental es sobrevivir a como dé lugar. Este grupo se va a inclinar a favor de quien le haga más promesas materiales y le exija menos deberes (populismo). En Venezuela, el 31,1 por ciento de los votantes son chavistas duros, y de éstos, 86 por ciento pertenecen al grupo de la pobreza. De esta manera, los pobres son totalmente indispensables para ''la revolución'', porque sin ellos no se ganan elecciones. Pobre que se supere y compre una casa, un automóvil o un negocio se convierte en enemigo potencial de la revolución, porque con el socialismo embrutecedor, ''Venezuela es de todos''. Que oiga quien tiene oídos...

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