lunes, 24 de marzo de 2008

La revolucion de los feos

La verdad, y aprovecho para confesarlo públicamente, yo adverso a este régimen ademas de la razón ideológica en particular. Lo hago, tambien, por una razón estética (y de sanidad).
Primero que nada, el uniforme militar me provoca repulsion. No sé como explicarlo. No los paso. Mis primeros síntomas empezaron cuando ví aquel gorila decir “por ahora”. La cosa se me puso fea desde aquel día.
Cuando veo a Barreto, Lina Ron, Arias Cárdenas o a cualquier bicho , salgo corriendo a ordenar mi escritorio, a botar la basura, a pintar la casa… cualquier cosa que pueda contrarrestar tanta falta de proporción y armonía. El otro día vi un maratón de programas culturales en la TV por cable. Ciencia, ópera, arte, etc. Las cosas que me hacen sentir orgulloso de pertenecer a la especie humana. En un descuido, atraído por esa manía compulsiva propia del género masculino, comencé hacer zapping. De paso por los canales nacionales me encontré de frente con él, el pavoso mayor. El orate de Sabaneta de Barinas en cadena nacional (ese pueblo ha quedado marcado, para su desgracia, como el epicentro mundial de la chabacanería y la falta de pulcritud, juro que jamás lo pisaré, no vaya ser que en sus aguas y en el aire habite algún raro virus de la mediocridad). Tal fue mi desazón, que no recuerdo nada de lo que había visto durante horas. Amnesia ocasionada por stress postraumático debido a una exposición indebida a material pornográfico o a violencia extrema. Ese fue el diagnostico clínico .
El general eructo, Diosdado, Rodrigo Cabeza, Maduro, Iris y Cilia alimentan mis miedos atávicos a caer en las garras del mal gusto. En un país donde la gente es capaz de vestirse de rojo, con sombrero rojo y una chaquetita caqui multibolsillo sin mangas, con logo revolucionario, debe ser como la antítesis de esas naciones y ciudades que son llamadas la Meca de la moda, la capital de la cultura, etc. La monstruosidad hecha gobierno.
No hablo de la fealdad física, que por inexplicable coincidencia, en muchos casos, los acompaña con impresionante regularidad. Me refiero a esa muestra de lo vulgar, eficientemente mezclado con la sociopatía y el ahorro en la belleza. Nada puede describirlo mejor que estas dos palabras: José Vicente… Y también Vladimir Villegas, Carlos Escarrá, Jorge Rodríguez y una multitud de “etc.”.
Todo este preámbulo tiene como razón narrarles mi última desventura emocional. Esta mañana, muy temprano, recorría en mi vehículo, en sentido Este-Oeste, la autopista Francisco Fajardo. Me dirigía hacia la UCV. Aprovechaba el escaso tráfico de un sábado en la mañana para acelerar más allá de lo aconsejado, cuando lo vi. Allí estaba Chávez en toda su lozana monstruosidad, con fondo rojo, riéndose (o con una mueca que parece sonrisa y aprovecha para enseñar los dientes) vestido de pelotero. Se le declaraba campeón.
Casi me estampo contra el culo de una gandola madrugadora. Yo que creía que la terapia estaba dando resultado. No podía creerlo. La vaina más horrible que haya podido ver en mi vida. No señor, esto llegó a donde debía de llegar. Hasta cuando vamos a permitir que semejante mamarracho siga atemorizando a todo un país. Al diseñador de esa horripilante valla habría que hacerlo eunuco públicamente (supongo que es un hombre, por que una mujer así, no debe existir).
Bueno, que más puedo decir. No puedo soportar al extravagante de Pedro Carreño, ni al esperpento de la fiscal, ni y a la caterva de seguidores de esta revolución de lo grotesco.
Fuera lo feo.

FUENTE:
diario de la crisis
http://opuscrisis.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

conosinpalabras@gmail.com