En las freudianas complejidades de la psique de aquel que afirma que su padre es Fidel se ha entablado una muy curiosa relación con la espada de Bolívar.
Ya no se sabe bien qué significado tiene el artefacto. Por el uso que le ha dado últimamente, ha dejado de ser un símbolo patrio. Algún psicoanalista diría que, efectivamente, es un símbolo, pero fálico.
Prefiero pensar que "el ponchao" la tiene como un talismán personalísimo. En efecto, la apelación al histórico florete refleja su creencia de que el arma en cuestión tiene poderes mágicos.
No es de extrañar tal actitud pues, sabiéndose descubierto y acorralado por su propia torpeza, necesita recurrir a fetiches, supercherías y supersticiones como auxilio para conseguir la fortaleza de la que carece, tal y como suelen hacerlo algunas personas emocionalmente frágiles.
Marcos R. Carrillo P.
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